19 de septiembre de 2007

La china más (im)popular

A diferencia de mi esposa, a la que no le da roche alguno pedir un descuento en el pasaje de combi si la ruta que nos espera no pasa de siete calles, a mí prácticamente se me traba la lengua cada vez que, casi siempre a insistencia de ella, debo pedir una rebajita al cobrador que llega al paradero colgado del estribo, como si se tratase de un eterno desafiante circense de la muerte.

Mi vergüenza se suele repetir al final de las Torres de Limatambo, casi llegando al coliseo Dibós, cuando nos dirigimos a la casa de mi abuela, ubicada a unas cinco cuadras de ahí, yendo por Primavera o Angamos para más señas. Si fuera por mí, pago mi sacrosanta luquita por cabeza hasta Carrión, pero la mirada de Carol, pragmática como siempre, me recuerda que la consigna es ahorrar. El ahorro es progreso, es el pensamiento que me encargué de popularizar en mi pequeño departamento alquilado. Y, entonces, estoy obligado, so pena de que no me sirvan la cena con cariño en la noche, de poner cara de misio (que lo soy) y casi rogarle al cobrador que no se baña que nos cobre cincuenta céntimos a cada uno, porque es aquí al toque nomás, 'compare', en Carrión.

Y una de las cosas que más odio sucede siempre tras mi ruego: el cobrador que no se baña un poco más y nos empuja hasta adentro de la custer sin importarle que Carol sube cargando a André y yo hago malabares para meter el coche plegable. Y lo peor: que el cobrador que no se baña ni me mira para aceptar mi pedido y sigue gritando, colgado del estribo -"¡toda Angamos! ¡toda Angamos!"-, mirando hacia el horizonte citadino buscando más pasajeros que cazar y movimiendo su mano como abanico tratando de apurar nuestra subida. Como digo, un poco más y nos empuja. Siempre sucede así. Y yo lo miro con cara de malo, pero nada más. No sé por qué, pero siento que nos está haciendo un 'favor' cobrándonos menos. Claro, si nos empujara de verdad, quizá no le reclamaría nada y de frente le daría un cochesazo de a luca.

Arriba, en esas cinco cuadras, ya es otra historia. Milagrosamente siempre encontramos sitio para sentarnos, y con las justas me alcanza para pensar en por qué diablos nunca puedo hacer click en el argot microbusero y decir ¡"A china, pe'!", y también me da tiempo para preguntarme en silencio si con tantos cincuenta céntimos que me ahorro, me alcanzará algún día para comprarme el carro cero kilómetros con el que sueño. "¡Bajan en Carrión!" "¡Bajan!"



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen cierre, Nosfe
M.

Anónimo dijo...

Pues te falto poner cuando te suenan las monedas en la cara para pedirte el pasaje o te dicen "apeguese", "asencillame", "pie derecho, pie derecho" jaja, muy buen post!

Anónimo dijo...

Buena Luchiano, pero no creo que haya sido precisamente de malo la cara que le pusiste al cobra que no se baña.

Elkin

Anónimo dijo...

Tienes razón hermano, es un favor el que los cobradores hacen... por lo cual estoy tratando de popularizar la "ZAMBA"!!! (nada que ver con el baile), la que consiste de 60 céntimos para cualquier tramo menor.

Sin embargo, y no obstante de haber sido bajado innumerables veces de la combi, yo insistiré siempre con mi consabida... "china a Sima... apla!!!"

RTP: Mejor contribuye con tu pasaje completo pa que el cobrador se pueda comprar un jabón Dove!!!!